Ayer* escuché los gritos de la multitud desde mi balcón en la medida en que grupos de manifestantes se dirigían a la Plaza Tahir. Quería unirme pero el miedo no me dejaba. El miedo de ser acosada o atacada por los guardias de la Seguridad Nacional**, el miedo a que el dolor y la humillación alimentaran en mi un odio sobre nuestras circunstancias y perder así el equilibrio sobre mis esfuerzos en mejorar la situación en el largo plazo sin ninguna confrontación política.
La manipulación de los medios de comunicación y el bloqueo a Twitter cambiaron mi postura, fue tanto el enojo que no podía permanecer en casa. La llamada de un minuto de una amiga me hizo salir y juntas fuimos a la Plaza Tahir.
El día de ayer fue una respuesta firme contra todas las acusaciones y lavado de cerebro que claman que el actual sistema es mejor que cualquier otra opción, también fue una buena revisión de todo lo que aprendí en mis cursos de Ciencia Política. Y porque creo en lo que aprendí, veo una luz en el camino. Si el cambio no se da ahora, igualmente se dará. Hemos cambiado y hemos demostrado que queremos y merecemos cambiar. Y aunque todas las teorías políticas fallen en predecir que sucederá, una teoría se mantiene en pie, Dios es justo.
Primero, este es un mensaje para aquellas personas que dicen ser intelectuales y civilizadas, la gente que ve el caos desde arriba y expresa que “este es un pueblo de ignorantes que no es merecedor de una democracia”, como si ellos fueran los únicos dignos de gozar de una democracia solo por ser parte de una ya desaparecida aristocracia o por tener pasaportes de países democráticos a pesar de no compartir ninguno de los valores democráticos de estos países. Ayer en el centro de la ciudad por primera vez no fui acosada sexualmente. Por primera vez vi jóvenes que no son parte de organizaciones ambientales recogiendo la basura de las calles y miles de personas unidas a pesar de sus diferencias, compartiendo alimentos y agua, intercambiando opiniones, mostrando carteles apropiados y respetuosos.
Segundo, es una respuesta a todos aquellos que creen que la Hermandad Musulmana es la única alternativa. No los vimos en las manifestaciones y puedo confirmar que la única persona que coreó frases religiosas recibió pocos coros de vuelta en comparación a otros no religiosos.
Tercero, es una respuesta a todos aquellos que no valoran la información y la libertad de expresión. Cualquier contribución presiona aunque sea por medio del Internet. Reconozco que he sido crítica en el pasado de todos los “twiteros” por pensar que solo hablaban y se quejaban. Hoy pido disculpas por eso, gracias a esos medios el intercambio de información y más importante el sentimiento de unidad creado por los comentarios y fotos nos llevo a todos afuera el día de ayer.
Esto comprueba que cada individuo tiene un rol específico de acuerdo a sus habilidades. Si no fuera por estas personas que se quedaron en sus hogares tratando de intercambiar información por medio del Internet y de sus teléfonos y, si no fuera por aquellos que se esforzaron en transmitir y dar una cobertura de los eventos, hubiésemos creído que los policías recibieron flores y regalos en celebración del día de la policía y otras ridiculeces similares, cosa tan interesante que muchos medios anunciaron el fin de las protestas antes que estas verdaderamente finalizaran. Si no fuera por aquellos que compartieron información sobre como lidiar con gases lacrimógenos, muchos de nosotros, que no estamos acostumbrados en los rituales de las manifestaciones y protestas en países como el nuestro, no hubiésemos durado tantas horas fuera.
Cuarto, es una respuesta a todos aquellos que acusan a la oposición política de ser traidores. Ellos se presentaron ayer y se integraron a la multitud sin llevar insignias ni carteles de sus partidos, juntos se unieron a una causa.
Quinto, es una respuesta a aquellos que dicen “no somos como Túnez”, no, somos como Túnez y más. No voy a negar que al inicio evalué dicho tema desde una perspectiva puramente teórica. Creía que necesitábamos una clase media amplia y educada en vez de una población polarizada entre una sufrida y empobrecida clase baja y una élite indiferente a los demás. Ayer quedó evidenciado que el pueblo egipcio está harto. Incluso aquellos que luchan cada día por un bocado de comida para sobrevivir tienen una consciencia que los motivó a actuar.
Somos una generación que no ha sido criada bajo una cultura de confrontación pero hemos tenido el miedo inculcado en nosotros desde que nacemos. Somos una generación cuyos intelectuales han sido sometidos por el régimen en el poder y obligados a conformarse y obedecer. Es la hora de conocer las reglas del juego.
* Martes 25 de enero, 2011
** Mientras me retiraba de la manifestación pude sentir la confusión de los guardias de la seguridad nacional, como si pensaran “tal vez esta gente tiene razón”.
- escrito por Inji, una valiente mujer
- traducción despeputada