Cuarto bach, nuestro segundo año después de haber abandonado la 20 calle, el único año de chingadera en el changarro ese que fue mi colegio (lo único bueno de 5to es que me gradué y a la mierda). Fue mi año de mayor pelex, dejé dos retrasadas y me hubiera recontrapelado la verga si no hubiera sido por mi vieja que es una santa (aunque me molió a sartenazos por mula y huevón).
Lunes, sin ni mierda que hacer en el recreo, bajo el típico clima de poray arriba (frío y niebla por la mañana y un calor tropical después del mediodía) no se si fue el gringo o el fotografo quien rompió el tedio contándonos que había alguién en el centro que ponía tatuajes. Emocionados, esa tarde la única tarea que teníamos era averiguar donde putas quedaba el lugar.
Martes, bajo el mismo puto clima (que no se si sigue igual por lo del global warming) ya contabamos con la ubicación y ahora la tarea era conseguir un carro para ir al centro (a huevos que lo sucio del trabajo me toco a mi). Con una paja no tan elaborada, mi vieja accedió a prestarme su viejo carro que ya tenía un comprador, yo quedé muy agradecido con mi vieja que es una santa (aunque amenazó con castrarme si le daba un rayón al carro).
Miércoles por la tarde nos juntamos en donde el fotografo y fuimonos a la gloriosa zona 1 de la capital en aquella toyota tercel que había sido de mi vieja. Dimos con el ya conocido Tattoo Studio de Byron Masdeu. Llegamos a conocer pero ya estando ahí el chiste era fijar cita para marcarnos el cuerpo. El fotografo ya tenía pensado que hacerse, una pulsera en la muñeca del reloj, escogió una de espinas. El gringo, quien fue el de la idea, el que averiguó todo, se rajó. Ni lo pense, ¡que pizados!, vi el flash y escogí un pequeño sol y pedí que el centro sea una de mis iniciales que hoy es prácticamente ilegible (foto).
El sábado temprano estabamos ahí los tres amigos, más ridículos que los del cine, pero huevudos para enfrentar la aguja (dos de tres al menos). El fotografo pasó primero, una hora y bien, su servidor pasó después, media hora de un dolor cabrón. Me hice el primer tatuaje justo arriba de la nalga derecha, encima del riñon, una de las áreas más sensibles del cuerpo para tatuarse. Así empezó mi idilio con los tatuajes, hace tres lustros. Hoy, diez tatuajes después del primero, los pienso un poco más aunque mi gran afición sigue siendo por la aguja motorizada.
Mi único arrepentimiento es que ese mismo sábado por la noche no pude brincar en uno de los primeros conciertos de esa gran banda que fue Bohemia Suburbana.
PD: las manos de arriba son de un broder aprendiz de tatuador en Brighton, England.
PD2: Después de aquella "aventurita" me da gusto informarles que sigo preservando mis dos testículos.
Lunes, sin ni mierda que hacer en el recreo, bajo el típico clima de poray arriba (frío y niebla por la mañana y un calor tropical después del mediodía) no se si fue el gringo o el fotografo quien rompió el tedio contándonos que había alguién en el centro que ponía tatuajes. Emocionados, esa tarde la única tarea que teníamos era averiguar donde putas quedaba el lugar.
Martes, bajo el mismo puto clima (que no se si sigue igual por lo del global warming) ya contabamos con la ubicación y ahora la tarea era conseguir un carro para ir al centro (a huevos que lo sucio del trabajo me toco a mi). Con una paja no tan elaborada, mi vieja accedió a prestarme su viejo carro que ya tenía un comprador, yo quedé muy agradecido con mi vieja que es una santa (aunque amenazó con castrarme si le daba un rayón al carro).
Miércoles por la tarde nos juntamos en donde el fotografo y fuimonos a la gloriosa zona 1 de la capital en aquella toyota tercel que había sido de mi vieja. Dimos con el ya conocido Tattoo Studio de Byron Masdeu. Llegamos a conocer pero ya estando ahí el chiste era fijar cita para marcarnos el cuerpo. El fotografo ya tenía pensado que hacerse, una pulsera en la muñeca del reloj, escogió una de espinas. El gringo, quien fue el de la idea, el que averiguó todo, se rajó. Ni lo pense, ¡que pizados!, vi el flash y escogí un pequeño sol y pedí que el centro sea una de mis iniciales que hoy es prácticamente ilegible (foto).
El sábado temprano estabamos ahí los tres amigos, más ridículos que los del cine, pero huevudos para enfrentar la aguja (dos de tres al menos). El fotografo pasó primero, una hora y bien, su servidor pasó después, media hora de un dolor cabrón. Me hice el primer tatuaje justo arriba de la nalga derecha, encima del riñon, una de las áreas más sensibles del cuerpo para tatuarse. Así empezó mi idilio con los tatuajes, hace tres lustros. Hoy, diez tatuajes después del primero, los pienso un poco más aunque mi gran afición sigue siendo por la aguja motorizada.
Mi único arrepentimiento es que ese mismo sábado por la noche no pude brincar en uno de los primeros conciertos de esa gran banda que fue Bohemia Suburbana.
PD: las manos de arriba son de un broder aprendiz de tatuador en Brighton, England.
PD2: Después de aquella "aventurita" me da gusto informarles que sigo preservando mis dos testículos.
11 comments:
Fabulosa crónica. Yo también fui víctima de los primeros tanes de Masdeu, cuando aun tenía su changarro en la 10 avenida "A" y 5a. calle. A pesar de las adevertencias, me tatué en el tobillo y justo en el hueso ese en forma de chibola, pagué mi osadía con sendos pinchazos que aun me ponen erizo cuando recuerdo. Saludos mano.
Puta, Kontra
ya veo que su merced buceó en los fondos del tatuajismo. es divertido, pero, doloroso, supongo. mejor siga escribiendo, pues lo hace bien y su tatuaje morirá con los primeros gusanos. i est, un tatuaje no vale nada comparado con el amor de una madre, ya no digamos de un lector.
salud y paz
Grandes maestros Dardón y Lemus: sus comentarios son un aliento para seguir dándole a este despepute. Gracias... ¡¡¡totales!!!
Usted no pare de despeputarse maestro Kontra, pelee a la contra, como aquel viejito borracho a quien todos dicen amar, se acuerda, Chinaski, Bukowski, algo así se llamaba.
Salú pue.
Gracias Johan, maestro de lo pajero!!!
Con que las manos son de un tatuador de Brighton, bueno mira me gustan los tatuajes pero hasta ahorita no tengo ni uno, no se a veces si me gustaria tener uno pero despues se me va la euforia, total que no creo que me llegue hacer uno, yo fui de usar arete en su momento cuando esa charada era todo un dis que rollo underground cabal hace unos 15 o 16 años.
Hay que pensarlo bien Davide, primero porque a huevos es para toda la vida, segundo son adictivos y tercero aquí en Guate no son bien vistos. Saludos m8!
soy adikta a las agujas!!! llevo cuatro y ahora en diciembre me toca el quinto....
en Masdeu comencè con las perforaciones!! tambièn les conocí en la zona 1, porque allí nomás estudiaba yo....
saludos
Tijax
esnecesario: ya somos dos, de los once que tengo unos me los he hecho solo por el dolor y zumbido. Tengo ya craneados tres más, solo es cuestión de tiempo y paciencia. Saludos compañera de las agujas.
¿Tatuarme?
mmmmmmmmmmmmmmm Alguna vez me pasó por la cabeza, pero creo que no lo haría. Aunque hay un unicornio que me hace ojitos.
Toma nota que puede ser adictivo. Saludos.
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